La llegada del frío trae consigo algunos peligros. Puede que los primeros que se vienen a la cabeza sean los procesos gripales, las lesiones musculares o, en las zonas más frías, el riesgo de congelación. Pero estos que se han mencionado no son los únicos. Existen más daños habituales de esta estación. Hablaremos de las heridas de invierno más frecuentes y cómo se pueden evitar.
Las tres heridas más frecuentes del invierno
En gran parte de la península, las temperaturas invernales llegan a alcanzar valores muy bajos, incluso bajo cero. Esta situación puede provocar algunas situaciones de riesgo que, por desgracia, a veces conllevan lesiones. Estos son los tres tipos de heridas más frecuentes del invierno:
1. Caídas
La formación de hielo puede provocar muchas situaciones de riesgo. En lagunas zonas que permanecen a la sombra es común que durante todo el invierno se formen resbaladizas placas de agua congelada. La mayoría de las caídas que producen se quedan en un susto, pero hay ocasiones en las que causan hematomas, roturas o cortes.
Las caídas también son frecuentes cuando se practican deportes de invierno, como el esquí, el snowboard o la escalada, entre otros. Todos los años hay muchos deportistas que tienen que ser tratados por estas lesiones. Algunas pueden ser muy aparatosas si no se tiene suficiente cuidado.
Es muy importante ser precavido y observador, así como llevar calzado antideslizante en todo momento. Si se está practicando deporte, es imprescindible utilizar casco y otros accesorios para evitar lesiones de gravedad.
2. Cortes con herramientas
Muchas personas utilizan estufas de madera para calentar sus hogares. Este sistema implica la utilización de herramientas de corte, como hachas o sierras. Esto las expone a cortes de diversa gravedad. Además, también existe el riesgo de clavarse una astilla y que la herida se llegue a infectar. Las gafas de protección, el uso de guantes y mantener las herramientas en buen estado son algunas precauciones imprescindibles.
3. Quemaduras
Las quemaduras son también muy frecuentes en el invierno. Las hay de dos tipos, las provocadas por contacto directo con una llama o fuente de calor y las producidas por la exposición a la radiación solar.
- Quemadura por llama o fuente de calor. En los hogares en los que se utilizan estufas de leña, son habituales las quemaduras por contacto con las llamas o por apoyarse en una de las paredes de metal caliente. Ponerse guantes para alimentar el fuego y utilizar barreras para no tocar las paredes reducirá el riesgo de quemarse.
- Quemaduras por exposición al sol. El sol también quema en invierno, especialmente si se refleja en la nieve. Es invierno también es importante utilizar crema, especialmente cuando se va a la montaña.
Curar las heridas de invierno
Si se produce una lesión por cualquiera de las circunstancias que se han mencionado, es imprescindible recibir atención médica. Después de recibir la primera cura para curarse de las heridas del invierno, es conveniente utilizar uno de los apósitos de PolyMem. Con ellos se acelera el proceso de curación, se reduce el dolor y, en muchos casos, no es necesario realizar más curas adicionales.
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