En nuestro post hablamos de una de las causas más comunes de la evolución lenta y tórpida de las heridas, sean del orígen que sean: la biopelícula bacteriana (también conocido como “biofilm”). La biopelícula bacteriana es una organización de bacterias y polisacáridos de matriz extracelular que conforman un ecosistema propio, adherido a una superficie, ya sea viva o inerte. En el año 1995, el Dr. Costerton introduce el concepto, iniciando los estudios sobre esta forma de adaptación bacteriana que tanta relevancia tiene en la cronificación y enlentecimiento de la curación de las heridas. Su presencia es especialmente relevante en heridas de más de 6 semanas de evolución, conocidas como heridas crónicas.
¿Cómo entender la biopelícula bacteriana?
Esta matriz protectora de las bacterias de una herida tiene dos componentes principales: – Los polisacáridos de matriz: conforman el 85% del ecosistema, siendo un gel compuesto por macromoléculas de carbohidratos y proteínas, con canales internos por donde pueden circular los nutrientes. Además son producidos por enzimas bacterianas y secretados al exterior de la bacteria. – Colonias bacterianas: el 15% restante lo conforman las bacterias colonizadoras de la herida. – Ambos componentes actúan de forma sinérgica: la matriz de polisacáridos proporciona protección a las colonias bacterianas, evitando la acción del agente antimicrobiano empleado en la herida, mientras que las bacterias mantienen y forman más polisacáridos de matriz como capa protectora. Sin una degradación primaria de la matriz de polisacáridos no se consigue el efecto antimicrobiano deseado sobre las colonias bacterianas.
Detección de la biopelícula: clave para el proceso de tratamiento y cicatrización.
En la actualidad existen diversos métodos de identificación y clasificación de las biopelículas, mayoritariamente empleadas en laboratorios de investigación. Se basan en la obtención de muestras mediante hisopo, punción o biopsia y su posterior análisis, amplificación genómica u observación mediante microscopio. No existe ningún método simple para la detección “in vivo” de la biopelícula, pero habitualmente la detección es mediante signos clínicos y tiempo de evolución de la herida.
Los signos clínicos de la infección serían:
- Aumento de temperatura perilesional
- Eritema perilesional
- Incremento de tamaño de la lesión
- Aumento del exudado de la lesión o cambios de color del exudado: verdoso o
- purulento
- Dolor o inflamación de la lesión.
Es importante tener en cuenta que en heridas crónicas, aún con cargas bacterianas elevadas (iguales o superiores a 1×105 UFC), los signos de infección han demostrado no ser claros. Desde luego, no existen protocolos definidos ni instrumentos sencillos de detección de biopelículas, pero se debería pensar en su presencia en aquellas lesiones de más de 6 semanas de evolución, con o sin signos de infección, en aquellas cuya evolución sea tórpida o exista un empeoramiento de la misma.
Los apósitos Polymem y biopelícula bacteriana
Los apósitos Polymem degradan el biofilm a través del surfactante (tomado del inglés “surfactant” y que proviene de los términos “surface active agent”), una sustancia contenida en el apósito. Este actúa de agente detergente y emulsionante reduciendo la tensión superficial de la biopelícula y haciendo que los polisacáridos y fosfolípidos de la matriz de la biopelícula se separen. Así mismo permite la acción de los agentes antimicrobianos. Finalmente, los apósitos Polymem Plata aportan un agente antimicrobiano de probada eficacia, la plata, junto a la capacidad de degradación de la biopelícula mediante surfactante, todo en un mismo apósito.
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